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La muerte es un evento natural. Los expertos coinciden en que los niños, incluso los más pequeños, no deben ser protegidos del fallecimiento de un ser querido. Los niños tienen la capacidad de reconocer la muerte como un evento y la curiosidad para hacer preguntas al respecto. La recomendación general es hablar con el niño de manera sencilla y honesta sobre la muerte, adaptando la explicación a su edad.
Hasta los 7 años de edad, los niños ven la muerte principalmente como un evento de separación. Esto puede hacer que se sientan abandonados y asustados. Es posible que teman estar solos, no quieran dormir solos por la noche o asistir a la escuela.
Dado que los niños de esta edad generalmente no tienen las habilidades necesarias para expresar verbalmente sus sentimientos, pueden "actuar" en su lugar, mostrando comportamientos como berrinches, negarse a obedecer a los adultos o crear una vida imaginaria acompañada de juegos de rol. Otros comportamientos, que suelen manifestarse en niños entre 2 y 5 años, pueden incluir problemas para comer, dormir, ir al baño o mojar la cama. Los niños muy pequeños menores de 2 años pueden negarse repentinamente a hablar y volverse más irritables en general.
Los niños de este grupo de edad han comenzado a entender la muerte como un evento permanente. Pueden percibirla como una amenaza personal para su propia seguridad, desarrollar miedo a morir ellos mismos o recurrir a comportamientos “preventivos” para “protegerse” de la muerte, como aliarse con alguien que creen que puede protegerlos o enfocarse en ser “valientes” o “buenos”. Otros pueden simplemente retirarse social y/o emocionalmente de los demás.
Los síntomas pueden incluir dificultades para concentrarse en las tareas escolares, problemas para seguir instrucciones y dificultades para realizar tareas diarias.
Aunque los adolescentes entienden y perciben la muerte de manera similar a los adultos, pueden expresar su duelo de manera diferente. Pueden reaccionar de formas más dramáticas o adoptar comportamientos imprudentes en un intento de “desafiar” la muerte. Conducir de manera temeraria, fumar, consumir alcohol, usar drogas ilegales o tener relaciones sexuales sin protección pueden ser formas de manifestar sus ansiedades y sentimientos de duelo.
En ocasiones, los pensamientos de suicidio pueden estar presentes en un adolescente que tiene dificultades para procesar su pérdida. Las señales de advertencia de suicidio en niños y adolescentes pueden incluir una preocupación excesiva por la muerte, pensamientos o conversaciones abiertas sobre el suicidio, o regalar pertenencias personales.
Los padres de adolescentes que han perdido a un ser querido deben estar atentos a cualquier cambio en el comportamiento de sus hijos y buscar ayuda profesional de inmediato si sienten que su hijo puede estar en peligro.